¡Por fin!
Después de unos dos años de
búsqueda, por fin he encontrado una bodega que cumple no solo con mis criterios
personales, sino con todos los criterios legales y burocráticos también.
¡No me lo puedo de creer! Pero firmé el contrato el otro día, así que
debe ser verdad!
Creo que estoy aun en una especie de estado de shock o de anublamiento existencial! Como cuando te conviertes en papá, o compras una casa nueva, o empiezas un trabajo nuevo (¡o algo así!).
Pero no solo eso. Es mejor aun.
Porque la bodega es más allá de mis sueños más surrealistas. Durante los
últimos dos años, conforme iba pasando el tiempo, mis aspiraciones se iban
haciendo cada vez más pobres, y acabé mirando naves que eran funcionales pero
feísimas, es decir naves en políganos industriales de los pueblos. Mis
expectativas se redujeron a la mera funcionalidad (mínimo de espacio, luz
eléctrica homologada, posibilidad real de obtener una licencia, etc) y se me
olvidó todo lo bonito del asunto – la estética, la belleza del edificio, el
entorno, posibilidad de llevar visitas y de estar allí y disfrutar, y no solo
trabajar!
De allí mi incredulidad. Porque la
bodega que hemos encontrado es un edificio histórico en todo el centro de un
pueblo no demasiado lejos de Madrid, en la Sierra de Gredos; y que en su día
fue una bodega cooperativa, hasta que se fue a la quiebra hace unos dos años.
El espacio es simplemente enorme –
tiene una capacidad para 1,2 millones de litros. Unos 50 conos de hormigón, de
obra, de unos 16.000 litros cada uno. Vamos a parecer como ratoncitos en una
catedral, porque este año no vamos a usar los conos, sino que haremos vino en
nuestros pequeños cacharros artesanales – unos 15.000 litros como mucho!
Voy a compartir el edificio, y los
gastos, con otro productor de vinos, Daniel Ramos (Finca Zerberos) a quien le
pasaba exactamente lo mismo que a mí, es decir estaba buscando un sitio proprio
donde poder hacer vino. Nos encontramos por pura casualidad el año pasado en
una cata a ciegas en Sotillo de la Adrada, así
que nos pusimos de acuerdo en buscar un sitio juntos. Y así fue.
Ahora es una carrera contra reloj
para preparar el edificio para la vendimia, que vas a ser a mediados de agosto
(para el Albillo). Y hay MUCHO trabajo para hacer, ya que el edificio lleva dos
años cerrado y está muy sucio; además ya no cumple con todos los requisitos de
sanidad, ya que nunca se actualizaron las instalaciones desde el 1958, año en
que se levantó el edificio.
Como poco, tenemos que arreglar el
tejado, raspar y pintar el techo y paredes, cambiar las instalación eléctrica,
reformar el cuarto de baño, y quien sabe qué más! Ya lo sabremos cuando vienen
los inspectores de Sanidad, de Industrias, y de no sé qué más sitios!
Continuará :)